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Grana cochinilla, rojo mexicano

Por Óscar Quiroz

En la segunda carta de relación que Hernán Cortés escribe para contar lo acaecido en las nuevas tierras; describe el mercado con una plaza tan grande que era dos veces la de Sevilla. En este sitio menciona sobre los colores lo siguiente: “Hay a vender muchas maneras de hilado de algodón, de todos los colores, en sus madejicas, que parece propiamente alcaicería de Granada en las sedas, aunque esto otro es en mucha más cantidad. Venden colores para pintores cuantos se pueden hallar en España, y de tan excelentes matices cuanto pueden ser.” Posiblemente uno de esos colores “tan excelentes” a los que se refiere es el grana cochinilla, el color que salió de estas tierras hacia el mundo.

Difícil es encontrar en la Historia de la humanidad a un insecto con la trascendencia y la importancia económica que logró la grana cochinilla (Dactilopius coccus Costa), durante el periodo colonial mexicano, aproximadamente de 1521 a 1821.
Al momento de la conquista, los ojos de los europeos se detenían constantemente en las mantas y huipiles de los antiguos mexicanos llenos de color y vida, en donde los tonos fuertes eran usados de forma constante, resaltando obviamente el rojo, que salía al paso decorando edificios, convertido en parte de murales y en los códices.
Un color destinado para la realeza europea y los príncipes de la iglesia católica estaba aparentemente al alcance de muchas más manos en la zona cultural mesoamericana, desatando de inmediato la codicia entre aquellos que tenían algún tipo de conocimiento sobre el costo de los tintes. El color rojo, ha sido históricamente el más difícil de obtener en el mundo, por ello durante siglos se le dio un lugar de preeminencia, dado que al ser complicado de conseguir y escasos los medios para obtenerlo, se convertía en un tinte muy caro, fuera del alcance de la mayoría de la población.
Nocheztli, que significa sangre de tunas en náhuatl, fue el primer término que conoció el europeo para nombrar al causante de la pigmentación roja en Mesoamérica. El nocheztli, bautizado por los españoles como grana y cochinilla o grana cochinilla fue de inmediato un producto que desató ambiciones y que a una velocidad sorprendente creó un mercado más allá de los mares. La primera exportación del colorante de la que se tiene registro, se llevó a efecto en 1523, obedeciendo a una petición expresa del emperador CarlosV.
El tinte proveniente del insecto mexicano tuvo un éxito tan grande, que los ropajes de Cardenales y la guardia vaticana se tiñeron con él desde mediados del siglo XVI y hasta principios del siglo XX. Como datos curiosos, es digno de hacer notar que los mantos de la familia real y las chaquetas de gala del ejército británico se tiñen desde el siglo XVI con su tinte.
El término “granado” utilizado para hacer alusión a algo ilustre y notable, proviene de “grana” una de las denominaciones del insecto, por el hecho, de que, para poder comprar el colorante, se debe tener una posición económica muy buena, por lo tanto, sólo se forma parte de lo más granado de la sociedad teniendo dinero suficiente como para comprar grana.
De 1560 y hasta 1810 la trascendencia económica del insecto fue tan grande que significaba el 70% de las exportaciones no metálicas de Nueva España, solamente el oro y la plata, metales preciosos obtenidos también en estas latitudes, superaban lo recaudado por la grana.
México fue el lugar de origen y expansión del Dactylopius coccus Costa, ahora después de casi 500 años es el segundo consumidor mundial y su producción es prácticamente artesanal, el mercado interno debe de hacer uso de la importación del producto para poder responder a la necesidad del mismo.

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